#Sam

Una odisea esperaba, el cielo se notaba obscuro, la tormenta era inminente y había una sombra de duda infiltrada en los corazones. 

Llevábamos ya algunos días adentrados, intentando recuperarnos de aquel trágico suceso. Contábamos con días buenos y otros más cotidianos pero aún en los días buenos se tenían pruebas a superar, cada una de ellas con olor a muerte. De cualquier forma, esta vez era diferente, la duda, corrosiva y mala amante, estaba comenzando a surtir su efecto; era claro que la tormenta no colaboraría esa tarde pero íbamos a aferrarnos a salir adelante una vez más.

Transcurrida la tarde, se produjo esa acción que activo la tormenta. Negación de lo que se creía y lo que se esperaba, contradicción de lo que se ve, escucha y siente. La presión creció y el ambiente era muy tenso, sin darnos cuenta nos comenzó a fallar la energía y nos dejamos atrapar por un juego de la mente. 

Juego de malas pasadas, un ambiente tenso, denso. Precipicio de cuestionamientos, incertidumbre y caminos fáciles. Sucumbo y te arrastro, te atraigo, te repto; tu caes y la duda se apodera, tu cara lo expresa todo y es como si el mar arremetiera con fuerza implacable contra todo. Barco en reparación sobre la marcha que empieza a titubear. La indecisión una vez sombra ahora es muro sobre una débil estructura. 

¿Qué nos salva? El último aliento de ese día. Una barca pequeña, fea pero que nos resiste y muestra un cielo un tanto más despejado. ..

¿Se sobrevive el día? Recuento de lesiones y heridas, balanza de fortalezas. Comunicaciones en reconstrucción. Un adios, una sonrisa, un abrazo, no besos, no palabras.

De muro regresa a sombra. Leo en ti que sobrevive.

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